
"Pintura abstracta #7" es una exposición basada en dos ausencias: la ausencia del objeto pintado y la ausencia del sujeto que lo pintó. Se trata de un nuevo cuerpo de “pinturas auto-generadas” o “performáticas”. El artista ha explorado los procesos de eliminación similares en otros trabajos, como sus accidentes - esculturas creadas por la extracción de los parachoques de los carros chocados y re-cromado de ellos como nuevo.


Aquí la pintura documenta la pared trasera de un taller del herrero -todavía muy común en Guatemala- donde la producción de objetos de metal se hace a pequeña escala. La pared se utiliza como telón de fondo para rociar pintura sobre puertas, portones, rejas, barandillas, mobiliario, herramientas, figuras religiosas, utensilios de cocina y ventanas. En la pared del taller se acumulan capas y capas de residuos de pintura . Las paredes se convierten en un documento del espacio negativo que rodea a los objetos pintados. Un lienzo en blanco se grapa a la pared y se acumula lentamente residuo de la fumigación hecha en el taller, el artista se presenta en forma regular para medir la evolución de los trabajos y determinar el nivel de exposición al decidir cuándo retirar el lienzo. Todas las demás decisiones -colores, formas, texturas y densidad- son dictadas por el orden del día a día de los negocios en la tienda.
El proceso es más parecido a la técnica del fotograma utilizada por los surrealistas. Como las rayografías de Man Ray, hechas sin cámara, colocando objetos sobre una hoja de papel fotosensible y exponerla a la luz, las pinturas de Darío Escobar son hechas por los trabajadores de la herrería sin la intervención directa de la mano del artista. Sin embargo, el cuerpo como consecuencia de la obra es un viaje condensado e inesperado a través de los principales movimientos pictóricos del siglo pasado; desde la pintura de campo de color, a la abstracción geométrica latinoamericana, el minimalismo, el pop y el arte callejero.
